EL SAXOFÓN BARÍTONO

El instrumento creado por Adolph Sax a mediados de la década de los 40 del siglo XIX constituye una extensa familia, pero, los saxofones que más se utilizan, de agudo a grave, son cuatro: el soprano, el alto, el tenor y el barítono.

El soprano fue rescatado para el jazz moderno –desde los tiempos de Sidney Bechet- por John Coltrane, con su exitosa versión de My favorite things, un tema de la película Sonrisas y lágrimas. Muchos saxofonistas tenores modernos tocan también el saxo soprano, ambos afinados en Si bemol. Hay que mencionar en este punto que hay un saxo muy particular, el C-melody saxophone, o saxofón afinado en Do (entre saxo alto y tenor), importante en la historia del jazz. En el primer jazz, el de Nueva Orleans, el saxofón no tuvo relevancia, pero inmediatamente después, a partir de 1920, Frankie Trumbauer -ya dentro del estilo de Chicago- impulsó su desarrollo. Y lo hizo con un C-melody saxophone, que tras él cayó en desuso. En los 30, la era del swing, Coleman Hawkins fue el saxofonista más influyente, con su tenor en Si bemol.

Y en Mi bemol están afinados el saxo alto (que es lo mismo que contralto) y el barítono. Con el saxo alto se han escrito páginas imperecederas en el libro del jazz (Johnny Hodges, Benny Carter, ¡Charlie Parker!), mientras que el barítono se ha utilizado menos, pero con notable acierto. De los más de 130 conciertos que hemos organizado en En ViBop las veces que se ha visto un saxo barítono han sido una o ninguna. La última y quizá única, si no nos falla la memoria, fue en la sección de vientos de The Excitements. Pero nunca hasta este concierto de Jorge Retamoza habíamos tenido la ocasión de disfrutar del profundo sonido de un saxo barítono como solista.

El más relevante saxofonista barítono de la era clásica del jazz fue Harry Carney. En 1926 Duke Ellington tuvo que pedir permiso a sus padres para incorporarlo a su banda, con las correspondientes giras: tan sólo tenía 16 años. Es un caso de fidelidad y amistad poco común en el mundo del jazz, tan promiscuo (musicalmente hablando, se entiende). Toda su carrera profesional este saxo barítono estuvo con la orquesta de Ellington, ¡casi 50 años!, y murió pocos meses después que el “jefe”, en 1974.

Con el be-bop, que dio comienzo al jazz moderno, surgieron saxos barítonos importantes. Es paradójico, ya que no parece a priori un instrumento para tocar el vertiginoso fraseo característico de ese estilo. Leo Parker, como precursor, y luego Serge Chaloff y Cecil Payne fueron figuras destacadas. Más tarde, dentro del estilo elegante West Coast destaca Bob Gordon y de la orquesta de Stan Kenton surgió Pepper The Knife Adams, que podría ubicarse dentro del hard bop, aunque navegó por aguas diversas.

Pero por encima de todos destaca Gerry Mulligan. Vinculado en cierto modo al estilo Costa Oeste (lo que él rechazaba), su vigorosa personalidad creadora le hizo merecedor de gran prestigio no sólo como instrumentista del barítono, también como arreglista, compositor y líder de banda, destacando sus combos sin piano de los primeros cincuenta. No es de extrañar que se juntase en Italia en 1974 para grabar el disco Summit con otra personalidad vehemente, capaz de transformar el tango para llevarlo a las salas de conciertos de todo el mundo. Hablamos, claro, del bandeonista-compositor Astor Piazzola. El genio argentino se sintió atraído por el jazz, que influyó en su obra. Y esta fusión jazz tango no ha dejado de desarrollarse y se recrea en este concierto del cuarteto de Jorge Retamoza.


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